Unorthodox y One Of Us: Lecciones del encierro (no de la cuarentena)

Imposible en pandemia evitar el atractivo de ver y ver y ver contenido de los servicios de streaming. En mi caso he tratado de evitar lo que se podría considerar consumo fácil –estas son las alturas que no he visto Tiger King— aunque creo que es más porque ya la decisión de ver algo es al final de la noche y no estoy solo. Por suerte, me dio la oportunidad de revisar lo demás que ofrece Netflix, y entre la curiosidad y las recomendaciones de amigos he quedado gratamente sorprendido de los hallazgos.

Mucho había escuchado de la miniserie Unorthodox (Poco Ortodoxa en Latinoamérica), basada en la autobiografía del mismo nombre de la periodista Deborah Feldman, así que cuadramos para verla. Al terminar, nos recomendaron el documental One Of Us, de Heidi Ewing y Rachel Grady, como para seguir… ¿entendiendo? ¿Descubriendo? ¿Odiando?… el mundo jasídico.

Antes de hablarles de ambas. les cuento lo que son los jasídicos. Dentro del judaísimo ortodoxo, el jasidismo es una filosofía, modo de vida e interpretación mística, fundado por el rabino polaco Israel ben Eliezer y originaria de Europa oriental, en especial la actual Bielorrusia y Ucrania, en el siglo XVIII. Sus principales doctrinas, simplificando groseramente, son que Dios está en todas partes, y el hombre puede comunicarse con él, dsin necesidad de ser un erudito. Se divide en catorce dinastías, y la que es reflejada tanto en Unorthodox como en One Of Us es la Satmar, originaria de la población de Szatmárnémeti del reino de Hungría (hoy Satu Mare, Rumania) en 1905. Rechazan el sionismo y se comunican casi exclusivamente en yiddish. Y durante la Shoah (lo que el resto del mundo llama el Holocausto) fueron un grupo duramente golpeado, casi extinguido. Los rabinos Satmar huyeron a Estados Unidos y se asentaron en Williamsburg, Nueva York, donde hay cerca de 120.000, la comunidad ortodoxa más grande del mundo (al punto que tienen su propia red de ambulancias, su propio banco y por supuesto sus propios comercios).

Quiero que recuerden todo esto porque ayuda a entender ciertas cosas detrás de las decisiones de los personajes centrales tanto en la miniserie como el documental. Estas son comunidades llevadas por el trauma dejado por el nazismo, por el miedo a extinguirse, así que defienden a ultranza sus tradiciones (ortodoxia, pues). Y eso siempre tiene problemas con gente que quiere ver más allá.

En Unorthodox, esa persona es Etsy Shapiro (interpretada por la actriz israelí Shira Haas), quien empieza la serie huyendo hacia Berlín del matrimonio arreglado con Yanky (Amit Rahav). Allí trata de balancear la vida secular, en especial al conocer a un grupo de músicos, con la relación que tiene con su madre (Leah Mandelbaum), quien también huyó de la comunidad hace varios años, y con su propio pasado. Pero claro, la comunidad ortodoxa no acepta que alguien pueda huir, y ordena a Yanky que vaya a Berlín con su primo Moishe (Jeff Wilbusch) y la haga volver.

Viendo esta serie, mi novia no terminaba de entender si se trataba de la vida moderna o el siglo XIX, y es que es difícil de comprender el grado de encierro en el que está la comunidad Satmar. Rechazan el mundo exterior, y las mujeres sólo están para la familia («hay que repoblar lo que perdimos en el Holocausto»). El sexo es sólo los viernes para concebir, y es el único momento en que se comparte el lecho. Etsy sólo conoce este mundo, y pasó a ser esposa a los 17 años sin entender ni aceptar que se le achaque todos los fracasos.

La historia de Esty no tiene nada nuevo a tantas de «oveja negra» que se escapa de la opresión (vean Durmiendo Con El Enemigo, para nombrar un solo ejemplo), pero muestra también, sin recurrir a una violencia extrema, lo que sucede al enfrentar un trauma: uno no se termina de hallar, de saber cómo navegar en un mundo del que no sabe nada. Esty lentamente pasa de ser una más a encontrarse a sí misma, a descubrir la belleza por su cuenta, y esto sale de la que no exagero al decir que es una de las mejores actuaciones que he visto en cualquier parte. Haas es absolutamente mágica, con una mirada extremadamente expresiva y un lenguaje corporal que me hizo pensar en una oruga que lentamente se desdobla y se convierte en mariposa.

La serie sí tiene mucho cuidado de presentar los hechos de la manera más objetiva posible, y de hecho uno llega a simpatizar con Yanky; no es un mal hombre pero, al igual que Esty, está preso por sus creencias y su papel en la comunidad. La diferencia es que él no ve los barrotes. O está el caso de Moishe, quien también salió de la comunidad (expulsado por sus vicios) pero regresó, pues no supo manejarse en el mundo de afuera por su baja fortaleza moral.

Tengo que destacar esto porque es muy, muy fácil caer en el odio luego de ver la miniserie y luego rematarla con One Of Us. Mientras que la historia de Etsy y, por extensión, la de Feldman puede terminar en una nota esperanzadora, el documental muestra el altísimo precio que se paga por lo general al querer abandonar la comunidad (algo que sólo logra el 2% de los que lo intentan).

Hay tres sujetos en el documental. El que parece ser el más normal es Luzer Twersky, quien se mudó de Nueva York a Los Ángeles para ser actor. Luego está Ari Hershkowitz, un joven de 18 años quien dejó la comunidad por su sed de conocimiento («Wikipedia es enviado de Dios», dice en un momento). Y por último, Etty…

Etty es el caso más duro. Es una mujer de 32 años quien está en medio de una batalla legal por la custodia de sus siete hijos. Una noche la policía llegó a su casa y la separó de su esposo, quien la estaba golpeando repetidamente. En ese instante Etty fue un paria en la comunidad, en especial al buscar el apoyo de un grupo llamado Footsteps, compuesto por ex-jasídicos que ayuda a aquellos que tratan de salir.

Es el más traumático de los casos, pero no por mucho. Ari revela que fue abusado de niño, maltratado, y Luzer no ha visto ni hablado con su mujer e hijos desde hace años. Revelan que escapar de la comunidad, aunque implica evitar su opresión, también implica perder su protección, tener que lidiar con el mundo verdadero, además del desprecio completo de la comunidad.

Es un documental duro, y lamentablemente totalmente de un solo lado, pero claro, al ser una comunidad tan cerrada como la jasídica, es muy difícil obtener «el otro lado». Hay una breve entrevista con un rabino al final, pero no aporta mucho. Si el documental quiere ser una crítica a la comunidad jasídica, sólo logra un profundo desprecio por sus culturas.

Lo que sin duda es más doloroso para mí luego de estas dos experiencias es saber que, en el futuro, esta no es una comunidad que pueda seguirse manteniendo siendo tan cerrada, menos negando el mundo exterior, y siendo liderada por el trauma de la Shoah. Cuántas historias hay de famosas que salieron de comunidades estrictamente cerradas que pudieron destacarse al escapar. Pero salir de una comunidad jasídica es como sobrevivir a la guerra, con el debido respeto. Tienes un miedo permanente a fracasar, a salir herido de nuevo, a pensar que todo es demasiado. No todo el mundo muestra el valor de Etsy Shapiro, aunque ella tuvo la suerte de tener gente que la apoyara en su nueva vida.

En esta temporada de encierros, ver Unorthodox y One of Us nos recuerda lo poco atractivo que es el encierro. Espero que para cuando esta pandemia pase, sirvan de recordatorios sobre lo que necesitamos un contacto sincero, una libertad de escoger, una sensación de humanidad.

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