Es fascinante cuando la historia de la producción de una película es casi tan fascinante como la película en sí. The Revenant ha estado en prodcción desde agosto de 2001, cuando el productor Akiva Goldsman compró los derechos del manuscrito de Michael Punke, basada en la vida del cazador Hugh Glass. Varios directores estaban asociados al proyecto, incluyendo el coreano Park Chan-Wook (Oldboy), con Samuel L. Jackson en mente para la cabeza. No fue sino hasta 2011 que el mexicano Alejandro González Iñárritu asumió como director, pero por diversidad de proyectos no feu sino hasta abril de 2014 que pudo empezar anunciar que sería su próxima película. Empezó a filmar en octubre de ese año, y la flmación se extendió durante nueve largos y pesadillescos meses con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, a veces sólo por noventa minutos, por la insistencia del «Negro» en usar sólo luz natural para filmar, poniendo al director de fotografía Emanuel «Chivo» Lubezki a parir. Luego de todo eso, uno se tiene que preguntar, ¿valió la pena?
En mi humilde opinión, no tienen una idea de cuánto valió la pena. Así como la odisea de Hugh Glass es una oda al triunfo del espíritu humano contra las más increíbles adversidades, The Revenant es más que una película; es el testimonio de cuánto un grupo de artistas estuvo dispuesto a dejar el todo por el todo en nombre de su arte, de poder contar una historia por demás impresionante. González Iñárritu sigue decidido a ser original –así casi mate a su gente.
En el invierno de 1823, un grupo de cazadores de pieles, liderados por el capitán Andrew Henry (Domnhall Gleeson, en el cierre de un increíble año de trabajo), es atacado por un grupo de indios Arikara, obligados a dejar atrás sus tesoros y el barco en el que viajaban, para llegar a pie a su puesto de avanzada en Fuerte Kiowa, por recomendación del cazador más experimentado, Hugh Glass (Leonardo di Caprio), pero bajo protesta de John Fitzgerald (Tom Hardy), quien es abiertamente hostil a Glass y su hijo medio pawnee, Hawk (Forrest Goodluck). En el camino, Glass es atacado por una osa grizzly defendiendo a sus cachorros, quedando muy mal herido. Sus hombres al principio tratan de llevarlo, pero el tereno se hace imposible, de modo que Henry ordena a tres hombres –Hawk, Fitzgerald y Jim Bridger (Will Poulter), el másjoven del grupo– quedarse con Glass y darle un adecuado funeral. Pero Fitzgerald tiene otros planes.
Para alguien que se queja de una piche brisita mañanera a 18°, me cuesta imaginarme por lo que pasó la gente haciendo The Revenant. Eso sí, escogieron los paisajes más hermosos en Canadá, Estados Unidos y sur de Argentina, y la fotografía del «Chivo» Lubezki vuelve a impresionar por su sencilla majestuosidad. Se pone uno a pensar en las tomas que el «Negro» quiso hacer, bien sea dentro de un bosque iluminado sólo con antorchas, una llanura congelada o un fuerte casi en ruinas, y es increíble que hayan sido posibles sin matar a nadie de hipotermia. No tiene mi voto para ganar Mejor Director, por aquello que ya ganó el año pasado por Birdman, pero no puedo dejar de aplaudir el esfuerzo por lograr una película tanto emocionante como visualmente increíble.
Por supuesto que hay que hablar de la actuación central de Leonardo di Caprio. Es la quinta vez que está en consieración para un Oscar, y lo siento, este tiene que ser su año. No nos detengamos en los retos físicos que debió sobrellevar, hablemos de los momentos más pequeños. Hay una locura en los ojos de Glass que apenas puede contenerse; sientes que en cualquier momento va a colapsar de puro agotamiento mental, no digamos físico. Leo se deja llevar por completo, se pierde en Glass y uno no sabe si salió de nuevo. Y luego está por lo que pasó: entrar en ríos helados cargando 100 kilos de ropa mojada; comer hígado de bisonte crudo –siendo vegetariano; dormir en el «cadáver» de un caballo, desnudo; y la escena con la osa (toda una sola toma), absolutamente brutal. En palabras e la maquilladora Siân Grigg (también nominada), puedes ver todo este incréible viaje en su rostro. Leo pasa por el infierno y salió de ella una persona más fuerte sin duda; ya consiguió un SAG y un Globo de Oro por su esfuerzo. Más le vale que también haya un Oscar.
Pero no puedo hablar de Leo sin hablar de Tom Hardy, el villano «accidental» de la película. Hardy es de esos actores que ustedes necesitan ver siempre, pues están garantizados que no los desilusionará, así sea una película mala (cof, cof, This Is War, cof). Ustedes puede que odien a Fitzgerald por las decisiones que tome, pero Hardy logra que uno al menos entienda sus horribles acciones, más que nada porque es el único que parece entender que están en un mundo horrible. Fitzgerald es pragmático sin contemplaciones, y tomará la decisión más obvia que nadie más se atreverá a tomar; lo más increíble es que lo dirá sin alzar la voz y quizá hasta con una sonrisa. De muchas maneras me recordó a Shane de The Walking Dead: mientras que todos los demás buscan aferrarse a su humanidad para sobrevivir, Fitzgerald simplemente prefiere ser tan brutal como el mundo para vencer. Fue una sorpresa agradable su nominación al Oscar como actor secundario, y si alguien vence a Sylvester Stallone creo que será él.
Quizá el paso lento y deliberado de The Revenant puede hacerla poco atractiva para un público general, pero creo que es de esas películas que uno debe ver para admirar del todo. No hay nada en ella que no sea digna de un largo aplauso. No debería ganar Mejor Película –eso se lo tego apostado a Spotlight, por razones que diré en su reseña cuando toque– pero creo que empata con Mad Max: Fury Road como el logro cinematográfico del año.
The Revenant está en los principales cines del país desde el pasado 29 de enero. Es dirigida por Alejandro González Iñárritu, de un guión por el propio director junto a Mark L. Smith, con actuaciones de Leonardo Di Caprio, Tom Hardy, Will Poulter y Domnhall Gleeson, entre otros.
Les dejo también un documental que Fox hizo disponible detrás de escenas para que vean aún más sobre esta incréible película.